Análisis de The Last Kingdom. Temporada 5. Episodios 1 a 5 - Las cosas que nos hacen felices

2022-12-08 12:31:02 By : Mr. YUN ZHANG

Bienvenidos nuevamente: un gusto reencontrarlos tras el largo paréntesis que, pandemia mediante, nos dejó dos años sin esta serie que tanto nos gusta. La espera valió la pena y The Last Kingdom está de regreso con una quinta temporada que, tal cual lo anunciado, será la última, aunque, al estilo The Walking Dead o Peaky Blinders, tendremos después la película The Last Kingdom: Seven Kings must die que ya comenzó a filmarse en enero y que, doy por descontado, cerrará las tramas secundarias.

La serie, recordemos, nació en la BBC, pero desde hace un par de temporadas pasó a ser producida por Netflix, donde podemos verla actualmente. Para comodidad, hemos dividido nuestro análisis de temporada en dos partes y hoy vamos con los cinco primeros episodios. Cumplo en advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA y dejo links de nuestros análisis anteriores:

. The Last Kingdom, reseña de las 3 primeras temporadas

. Análisis de The Last Kingdom. Temporada 4. Episodios 1 a 5

. Análisis de The Last Kingdom. Temporada 4. Episodios 6 a 10

Comenzamos en la inhóspita Islandia de volcanes y géiseres, donde Brida (Emily Cox) lidera una colonia danesa. Decíamos que difícilmente fuese a quedarse pasiva ante tanto despecho y comenzamos a tener la confirmación de que no.

Convencida de los poderes videntes de su hija Vibeke, la hace deambular cual gallinita ciega entre su gente para elegir víctimas de sacrificio a ser arrojadas a un géiser. Desconozco si tal ritual existió alguna vez, pero tiene fuerte poder de sugestión en su gente que, ante la señal de un volcán en erupción, ponen proa en seis barcos hacia la Europa continental para recuperar el territorio que los daneses han perdido.

En Rumcofa, sobre la frontera entre Mercia y Northumbria, nos reencontramos con Uhtred (Alexander Dreymon) al frente de una guarnición. A su cargo tiene a Athelstan (Harry Gilby), el hijo bastardo de Eduardo (Timothy Innes): ya no es un niño sino un joven crecido y parecen al menos haber pasado diez años desde los sucesos anteriores.

Hay saqueadores asolando las costas y se sospecha de daneses al mando de Rognvaldr (Micki Stoltt), hermano de Sigtryggr (de aquí en más, “el impronunciable”), aunque Uhtred no está convencido. Tres desconocidos atacan a Athelstan, que acaba con dos y pone en fuga al tercero antes de que Uhtred responda al llamado. Ello no alcanza para ser incluido, como pide, en una expedición militar y protesta que ya no es un niño.

Hay clima de celebración por el Mes de Sangre y se esperan invitados. Lady Eadith (Stefanie Martini), ni invitada ni esperada, aparece a bordo de un barco de mercaderes y, una vez más, está claro que tendrá un papel decisivo.

También en Eoferwic hay visitas: allí, desde que le fuera adjudicada Northumbria por acuerdo, gobierna el impronunciable (Eysteinn Siguroarson) en compañía de su esposa Stiorra (Ruby Hartley), hija de Uhtred.

Hasta allí llega su hermano Rognvaldr, aun resentido por no haber recibido ayuda en la invasión a Irlanda. Más que vengativo, se le ve jocoso y entregado a la bebida, aunque en soledad embadurna su rostro con lo que se presumen pinturas de guerra. A Stiorra le molesta su presencia y cree que no estaría allí si no fuera por algo: no se equivoca.

En Mercia, Etelfleda (Millie Brady) parte hacia el festejo en Rumcofa acompañada por su ya crecida hija Aelfwynn (Phia Saban), a quien a poco de llegar le echan el ojo encima, particularmente un joven paje de Uhtred llamado Cinlaef.

Entre Etelfleda y Uhtred hay una relación trunca desde que ella se comprometió a permanecer casta. No obstante, dice haber venido por otra cosa: está preocupada por las incursiones y quiere difundir su fe cristiana, por lo que ha traído con ella al padre Benedicto (Patrick Robinson) e instalado una gran cruz en plena Rumcofa.

En Wessex, Lord Ethelhelm (Adrian Schiller) sigue conspirando para imponer en la sucesión del trono a su nieto Aelfweard (Ewan Horrocks). En conversaciones con Bresal (Harry Anton), su matón y brazo derecho, nos enteramos que fue él quien mandó atacar a Athelstan para borrar un posible sucesor.

En cercanías de Rumcofa, es atacado Uhtred hijo (Finn Elliot), el que decidiera abrazar el cristianismo y ordenarse como monje. Ensangrentado y antes de perder por completo el sentido menciona a Brida como su atacante, lo que desliga el hecho del ataque contra Athelstan. El muchacho ha sido cruelmente castrado…

Mortificado, Uhtred sale en busca de Brida pero no hay señales de ella. Pronto caerá en la cuenta de que debe haber ido a Eoferwic, pues lo que quiere es dañar su linaje y allí está Stiorra. Se apronta a formar un ejército y descuenta el apoyo de Mercia, pero para su sorpresa Etelfleda le ofrece solo doce hombres.

Lo que ella no le cuenta es que Eadith la ha anoticiado de que no pasará la primavera debido a una avanzada úlcera: quiere regresar a Aegelesberg para ordenar su sucesión y frenar a los buitres, por lo que necesita de su ejército y no puede cederlo.

Pero Uhtred nada sabe al respecto y Eadith se ha comprometido a guardar secreto, aunque se lo cuenta a Finan (Mark Rowley) con idéntica recomendación porque sabe cuánto cuesta a este mentirle a Uhtred, quien, dolido y ofuscado, no tiene más remedio que pedir ayuda a los burgos fronterizos.

En Winchester, Eduardo está resolviendo disputas territoriales entre sus súbditos cuando desde Cent llega una tal Lady Edgiva (Sonya Cassidy), con quien se conoce de infancia y parece reavivarse alguna llama.

La presencia de una intrusa tan cerca del rey interfiere los planes de Etelhelm, por lo que busca quitarla de en medio ofreciéndole dinero para que se marche. Ella se ofende con Eduardo por pensar que ha sido idea de él, pero este niega de plano y le comenta de las manías conspirativas de Ethelhelm: se perfilan para algo más que pareja…

Brida, cada vez más desquiciada, ataca Eoferwic a pura masacre, particularmente contra los cristianos que el impronunciable ha tolerado en su reino. Su entrada es facilitada por Rognvaldr, de quien ahora se entiende su presencia.

El impronunciable es capturado y Brida pide a Rongvaldr que le dé muerte. Queda descolocado: quería dar a su hermano un escarmiento, pero no más. Sin alternativa, le sumerge la cabeza en agua, pero antes de que lo ahogue, ella le detiene diciendo que era una prueba para comprobar su lealtad. Para ser tan anticristiana, se valió del mismo recurso que Dios con Abraham.

Pero a quien Brida quiere es a Stiorra que, con sus criadas, se ha ocultado en los desagües. Para presionarla a salir, Brida hace que su hija elija mujeres a ser sacrificadas a la vista de todos. Un momento de tensión se vive cuando la niña escoge a Rongvaldr y Brida suspende su ejecución porque, según dice, “ya hay suficientes” y, en cambio, le marca el rostro como recordatorio.

Brida deja ir al impronunciable con la promesa de que si le trae a Uhtred, perdonará la vida a Stiorra una vez capturada. Pero cuando él se marcha, las ejecuciones no se detienen y Stiorra opta por salir de su escondite y desafiar a Brida a combate cuerpo a cuerpo. Esta le acepta el reto, no sin antes atravesar por la espalda a su criada sordomuda como forma de aleccionar al resto.

El impronunciable encuentra a Uhtred. Tras ponerle al tanto de los últimos acontecimientos, le cuenta de un antiguo camino romano para ingresar en Eoferwic a través de los desagües. Pensé que era una trampa para entregarlo en bandeja a Brida y salvar a Stiorra, pero no: sabe que la desquiciada acabará matando a su esposa de todas formas.

El combate entre Stiorra y Brida parece favorecer a la segunda, pero se interrumpe por el oportuno ingreso de Uhtred y su gente, sincronizado con el ataque de caballería al mando del padre Pyrlig.

En pleno fragor, Brida y Uhtred se encuentran cara a cara justo cuando la niña vidente trepa a una cornisa y está a punto de caer. Dejando de lado sentimientos vengativos, Uhtred intenta salvarla pero Brida prohíbe a su hija tomarle la mano y termina cayendo.

Destrozada, Brida alza su cuerpo sin vida y se marcha mientras sus fuerzas retroceden y el escenario es de derrota. Uhtred no sale a perseguirla y se justifica ante Stiorra con lo poco ético de sacar ventaja del dolor: suena romántico, pero no está lejos de los códigos medievales.

El impronunciable recupera el control de Eoferwic y se dedica a ajusticiar enemigos, pero duda con su hermano y no sé por qué: después de todo, Rognvaldr no le ahogó solo porque Brida le detuvo. Se le ofrece elegir entre muerte rápida o juicio justo y opta por lo segundo, consistente en caminar nueve pasos llevando un hierro candente con ambas manos: si sobrevive, los dioses le han perdonado.

Lo logra, pero sus manos quedan horriblemente llagadas. El impronunciable considera que ha pasado la prueba pero Stiorra, que siempre prefirió rebanarle el cuello, sostiene que ello recién ocurrirá cuando sus manos hayan realmente sanado. Todo muy vikingo…

En Aegelsberg, Etelfleda está muriendo y quiere imponer a su hija Aelfwynn como sucesora, pero el fastidioso de Etelhelm urde sus propios planes y soborna a los regidores de Mercia para que, en asamblea, proclamen a su nieto apenas fallecida la reina.

Uhtred ha sido finalmente puesto al tanto por Finan sobre el inminente destino de Etelfleda y, dolido, se traslada allí con la esperanza de encontrarla aún con vida y así ocurre. La saca de la corte y hablan de las oportunidades perdidas y de lo que no pudo ser. “Es la maldición de la vida: lo que podría haber sido…” sentencia Uhtred entre triste y nostálgico mientras la nieve comienza a a caer y ella muere, al menos, en sus brazos: amargo consuelo…

Eduardo, anoticiado, llega a Aegelsberg cuando su hermana ya está muerta. Asegura que hará respetar la línea sucesoria y dice a Aelfwynn que no se preocupe por los regidores. Por primera vez, se encuentra con su hijo Athelstan y aunque manifiesta alegrarse de verlo, se excusa con que se halla ocupado y no es momento.

Brida, en retirada, ha capturado a Pyrlig, lo que presagia a este el peor final, pero ella está desconsolada por la muerte de su hija y las palabras de él le dan algún solaz al decirle que está con Dios y vivirá para siempre. Parece conmovida y, en algún punto, reencontrarse con su fe cristiana de nacimiento.

El debate religioso es interesante, como todos los diálogos del cuarto episodio, pura emoción y tristeza. Pyrlig, finalmente, la convence de darle sepultura al modo cristiano: por cierto, muy buena simultaneidad entre funerales.

Brida lo libera y él se ofrece a darle protección y salvoconducto ante el impronunciable para obtener el perdón. Ella, tras descartar inicialmente la idea, acepta con una variante: que la lleve ante Uhtred, con quien tiene la deuda.

Etelfleda ha muerto y suenan las campanas. Los regidores parten hacia la asamblea y en el camino son atacados y asesinados por sujetos encapuchados. Athelstan intenta detenerlos y casi le cuesta la vida de no ser porque acude Uhtred a su pedido de auxilio.

Adelantándose a Ethelhelm y sabiendo del soborno a los regidores, Eduardo los ha eliminado para proclamarse a sí mismo como doble soberano de Mercia y Essex, según él voluntad de su hermana y de Dios. Decepcionado, Athelstan le recrimina en público, pero su padre, admirado de lo bien que ha luchado, le invita a sumársele.

Mientras el cuerpo de Etelfleda marcha al descanso final, el joven pregunta a Uhtred si tomará alguna represalia, a lo que este contesta que “…así gobiernan los reyes y todo reino se ha hecho a sangre”. Vale por un no…

De incógnito y temiendo por su nieta, Lady Aelswitha (Eliza Butterworth) la saca de la ciudad y hace llamar a Cinlaef, el joven con el cual estaba ella iniciando una relación. El plan es casarla con él, que es un don nadie, antes de que la fuercen a hacerlo con alguien con ambiciones al trono.

Athelstan no es el único que incrimina a Eduardo en las calles; también las viudas de los regidores asesinados, mientras él pregunta a Edgiva si debería haber sido más misericordioso. Ella, para esta altura impensada consejera política, le tranquiliza diciendo que evitó una guerra civil, pero le recomienda que no construya un reinado únicamente sobre el miedo y comience a cimentar imagen de soberano justo y defensor de la fe.

La jugada de Eduardo enfurece a Ethelhelm, que ve a su nieto cada vez más lejos de la sucesión pero tiene un nuevo plan: provocar una guerra entre daneses y sajones para facilitar la muerte de Eduardo antes de que tenga descendencia con Edgiva. Aprovechando la peregrinación a Holy Island, envía a Bresal con una partida de hombres para matar a Aalys, la visionaria de la corte, y hacerlo pasaro como obra de los daneses.

Lo que desconoce es que su propia hija, la reina a la cual Eduardo nunca quiso, ha querido acompañar la peregrinación y viaja con ellos. Cuando los hombres de Bresal atacan la comitiva, finge ser la visionaria para protegerla y termina colgada de un árbol.

Ethelhelm, creído de que han matado a Aalys, envía a Bresal a Eoferwic para atacar a los daneses y crear más conflicto. En la gresca pierde la vida Osfert (Ewan Mitchell), una muerte que sentimos todos: llegué a pensar que el trío que conformaban con Finan y Sihtric era inmortal…

El plan da frutos: montado en cólera, el impronunciable quiere ir a la guerra contra Eduardo, al que cree responsable del ataque. Pide opinión a Stiorra por pertenecer ella a ambos bandos, pero le dice que ya ha elegido un único bando. Se traduce como “dales duro…”

En tanto, los hombres de Uhtred han encontrado herida y oculta a la verdadera Aalys. Por ella se enteran del asesinato, por error, de la reina de Wessex. La noticia circula y llega a la corte de Eduardo, quien tiene un acceso de culpa y hasta incrimina a Edgiva por haberse acostado con él. Luego recapacita y terminan revolcándose, pero él sigue teniendo sentimientos de venganza mezclados con culpa…

El último en enterarse es Ethelhelm, pues el asunto llegó a oídos de Bresal durante el ataque a Eoferwic. Mortificado, estalla en dolor y culpa, pero Bresal busca mantenerlo en sus cabales y hacerle entender que ahora debe concentrarse en que Aelfweard llegue al trono…

Magnífica temporada la que estamos viendo. No quiero decir que pinta para ser la mejor porque ya lo dije tras los primeros cinco episodios de la anterior y tuve que retractarme con que estaba en el mismo nivel de las otras, pero no por encima. Pero hasta aquí, la cosa viene muy bien: hay entregas con más acción, con más intriga o más emotivas, pero todas cargadas de un clima muy intenso y si un rasgo distintivo tiene la temporada es un tono más oscuro en historia y en estética.

Hay un dramatismo mucho más opresivo y están ausentes los destellos de luz o de humor de otras temporadas: casi no hay concesiones y está visto que cualquiera puede morir, lo cual nos lleva a preguntarnos quién será el siguiente. Lo de Etelfleda impacta por lo repentino y lo de Osfert por la invulnerabilidad que nos transmitía: personaje muy querible y leal hasta el final. Le extrañaremos…

Y aunque no tuvieran tanto rodaje, también fueron impactantes las muertes de Vibeke y la hija de Etelhelm: absurda la primera, descarnada la segunda, pero igualmente desgarradoras, en parte por la inocencia con que ambas fueron instrumentos de padres que, por ambición o sed de venganza, no midieron consecuencias.

Los vínculos filiales, de hecho, sobrevuelan estos cinco episodios y remueven valores: Aelswitha se replantea su fe cristiana al haber Dios abandonado a su hija Etelfleda y otro tanto cabe a Brida con respecto a sus dioses normandos. Por cierto, ¿hasta dónde llegará la impensada asociación con Pyrlig? ¿Le perdonará Uhtred? Qué lejana parece aquella armonía de juventud…

Y hablando de Uhtred, no ha perdido a ninguno de sus hijos pero casi a los dos y lo del varón le es tan demoledor como una muerte. Para su filosofía de vida, ya no es un hombre y está dispuesto a vengarlo como si hubiera muerto, aun cuando su hijo le aconseje encarecidamente el perdón cristiano. Los personajes de The Last Kingdom ven tambalear sus valores cuando la desgracia cae sobre sus seres queridos, pero no si cae sobre ellos: reflexión quizás aplicable a todas las sociedades.

Otra relación padre-hijo que se presenta conflictiva es la de Eduardo con Athelstan, que parecen ir en sentidos opuestos. Cuando su hijo lo buscó, Eduardo lo esquivó y ahora que está interesado en sumarlo, Athelstan está decepcionado con él. Por cierto, la versión cada vez más despiadada de Eduardo pareciera chocar con cierta torpeza e inseguridad que sigue exhibiendo, a la vez que se aprecia en Edgiva un fuerte ascendente sobre él.

La estética contribuye a realzar la oscuridad en esta temporada. Más opaca que en las anteriores, se caracteriza por cielos nublados y plomizos que aumentan la sensación de tristeza u opresión. Puesto a elegir, me sigo quedando con aquella fotografía más luminosa de los tiempos de BBC, pero también es cierto que esta nueva estética se ajusta más al rumbo que la serie viene tomando y se luce especialmente en las escenas nocturnas.

Veremos qué nos deparan los próximos cinco episodios, ya con el final de la serie en puerta. Será hasta entonces y sean felices…

¡Hola, Rodolfo! Justo me terminé la serie ayer, pero solo hablaré de estos 5 episodios. Por cierto, no sabía que estaba planeada una película. En general bastante entretenidos y con una trama que va “in crescendo”. El hijo bastardo del Rey recuerda mucho al padre, buena elección de actor o buena caracterización. Por poner un pero, y es algo que no pasaba en otras temporadas, es que metan personajes políticamente correctos sin explicación alguna. Me refiero al sacerdote negro, que no te explican nada de él salvo que tenía vicios con el juego. Y todos los demás personajes lo ven como si fuera lo más normal del mundo en la Inglaterra del siglo IX. Eso es algo que resolvieron muy bien en la película de Robin Hood de Kevin Costner con el personaje de Morgan Freeman, todo tenía su lógica y su explicación y no se veía como un anacronismo. Ignorar la historia es como barrer debajo de la alfombra. Respecto a la trama, sí que fue sentida la muerte de Osfert, el típico personaje que te cae bien. La pandilla de amiguetes de Uhtred siempre me pareció entrañable. Y esto es todo, ya comentaré sobre el resto de la temporada llegado el momento. ¡Saludos!

Hola Jama_Wan: muchas gracias por leer y comentar. Es cierto lo que dices de la trama in crescendo. Hasta Vikings, que es una gran serie, tiene algunas mesetas y aquí no ocurre. Con respecto a lo del sacerdote Benedicto, a mí también me “hizo ruido”, pero no lo comenté porque como al momento de escribir no había terminado aún de ver la serie, ignoraba si lo terminarían o no explicando. Ahora que la tengo vista toda, la respuesta es no, o sea que hablaré al respecto en el próximo análisis, pero coincido contigo. Es muy difícil pensar que alguien de ese origen pudiera llegar a la Inglaterra de esos años, pero aun si concedieras que pudiera haber quedado alguno como descendiente de los esclavos del imperio romano, está claro que nunca podría haber sido sacerdote. Si así fuera, estaríamos ante una sociedad y una iglesia maravillosamente inclusivas. Es el principal problema de la corrección política y su gran paradoja: crea la sensación exactamente contraria a la que quiere transmitir; en lugar de denunciar, como se supone que pretende, el racismo y la exclusión, termina dando la idea de que esas cosas nunca existieron. Qué ironía, ¿no? Es cierto lo que dices de Robin Hood, donde era explicado por las cruzadas e inclusive en la reciente Vikingos: Valhalla (muy buena, si no la viste, te la recomiendo: la he analizado en esta web), donde la condesa Haakon es mestiza, pero se explica por un padre normando y una madre alejandrina. Lo que yo no sé es si esas cosas las ponen porque ellos quieren hacerlo o si realmente hay alguna presión fuerte y pueden perder algún beneficio si no lo hacen. En fin, ya lo hablaré al momento de analizar la tanda final de episodios. Más allá de eso, es una gran serie. Gracias Jama, por el invaluable aporte. Un saludo y que estés bien!

¡Gracias a ti! Muy buena pregunta la de si los temas “políticamente correctos” surgen como propios o por presiones externas. Y coincido también en que al final, provocan el efecto contrario al que supuestamente pretenden, por lo que la cuestión anterior se hace todavía más relevante. A veces parece que todo fuera parte de una teoría conspiratoria para crear más confusión y división entre la gente, “divide y vencerás”. Apuntaré la de Vikingos Valhalla a ver que tal. La serie original me enganchó mucho en la primera temporada en la segunda abandoné por unos cuantos episodios, como dices, un tanto meseta. En cambio Last kingdom, unos más otros menos, pero me ha entretenido en todos los capítulos. ¡Un saludo!

Magnifica temporada. Muy emotiva y que deja con ganas de mas. Me hubiera gustado una sexta temporada final para acabar de adaptar los tres libros que faltan de la saga, pero bueno, una pelicula es mejor que nada.

La muerte de Aethelflaed ha sido la unica muerte dentro de la ficcion audiovisual que me ha hecho derramar lagrimas. Que duro ha sido….. realmente se siente el dolor y la impotencia ante la crueldad de la vida. El plano de Uhtred abrazado a ella durante horas…..y esa banda sonora…uf…La muerte mas dura de la serie con diferencia. Saludos.

Hola Solidus: gracias por comentar! Sí, coincido por completo, tanto en lo buena que ha sido la temporada como en lo emotivo de la muerte de Aethelflaed (o Etelfleda como lo castellanizan) y, sobre todo, en esa escena final que mencionas, donde se destaca el hecho de la vida como colección de cosas que no pudieron ser: muy triste, nostálgico y casi existencialista. Es verdad lo que dices sobre los libros porque son trece y en líneas generales han ido adaptando dos por temporada, pero estoy con mucha expectativa de cómo vaya quedar la película: hay base y material para que sea un cierre magnífico. Gracias por el valioso aporte y nos encontramos tal vez en el análisis de los restantes cinco episodios. Un saludo y que estés bien!

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